Cuando
cultivas el poder interior, comienza a acumularse en tu interior. Pero
hay algo extraño. No puedes retenerlo por siempre. Si tratas de hacerlo,
la energía espiritual te destruirá. Pero si la usas prudentemente –para
sanar a otros, para enseñar a otros, para confortar a otros- entonces
la energía se recargará más y más intensamente, como un pozo que se
rellena a sí mismo. Mientras más das, más recibes a cambio. Mientras más
desinteresado eres, mayores los propios beneficios.
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